Lo prometido es deuda, hace muchos años cuando Ivan era un niño y hablábamos de planes, cosas que querría hacer, me decía, «yo quiero saltar en paracaídas», y por supuesto yo le decía, «cuando seas mayor de edad saltamos».
Bueno pues ese día ha llegado, en octubre cumplió los 18, organizamos y reservamos para cuando tuviéramos un fin de semana libre y las condiciones climatologícas nos dejaran.
El 3 de abril, nos preparamos y claro, había que liar a mas gente, al final saltamos ivan y yo, y se apuntan su primo y compañero de fatigas, y dos amigos mas.
Reservamos en skydive león, y aprovechando el viaje, pues los aitas nos hacemos una nochecita de turismo y tapas por la ciudad de león.
Nervios, madrugamos, yo salto a las 10, hay que estar un poco antes y tenemos 20´ desde la ciudad al aeródromo.
Nos dan la charla con los pasos a seguir y explicarnos el salto, nos equipan y a la avioneta, el salto consta: subimos en avioneta a unos 3000 mtrs, estaremos en caída libre unos 35″, alcanzando una velocidad de unos 220 km/h, luego se abre el paracaídas (eso esperamos) y planeamos unos 8 o 9 minutos con algún giro y tirabuzón, dependiendo de lo que el cuerpo aguante. Aterrizaje suave en la base.
Las sensaciones: La avioneta muy pequeña, vas muy encajado y anclado a tu monitor, el viaje se hace un poco largo, pero viendo todo el paisaje se distrae uno, bueno llega el momento mas impresionante, se abre la portezuela, sacamos los pies… y… a volarrrr… impresionante el momento de saltar, luego los segundos de caída libre pasan super rápido, el monitor se marca un par de figuras y «zas», abre el paracaídas, buff!! que subidón de adrenalina, seguimos volando, nos deja manejar el vuelo, haciendo giros y algún tirabuzón que dispara de nuevo la adrenalina, el suelo se va acercando, nos colocamos en posición y aterrizaje, y super suave, tocamos el suelo, son muy profesionales.
Luego, en los siguientes vuelos saltan los 4 infantes en dos tandas.
Reflexión:
Una experiencia, posiblemente de las mas fuertes que he experimentado, muy recomendable y preciosa, el planear a esa altura y experimentar la caída al vacío.
Por supuesto, los infantes también disfrutaron, tanto o mas que yo.
Promesa cumplida, hijo mio.
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